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Large Vestibular Aqueduct Syndrome

CT scan of the temporal bone showing the large vestibular aqueduct syndrome. Arrow indicates the enlarged vestibular aqueduct.

One form of inner ear dysplasia is unique because it has been associated with delayed onset of SNHL. An enlarged vestibular aqueduct is commonly seen in combination with other inner ear dysplasias, but more recently, it has been noted as an isolated finding in many ears. These patients
may have any level of hearing from normal to a profound loss. Frequently, both ears are affected, and the losses are asymmetric. Fluctuation of hearing is common and usually affects one ear at a time; this may manifest as anacusis in one ear with fluctuation in the other. There is often evidence of a conductive component to the low-frequency portion of hearing loss. In patients who have been followed over time, a progressive stepwise loss has been noted in many. This syndrome has been found to be familial in some cases, and probably occurs much more commonly than generally appreciated. It is seen in isolation, as part of the Mondini malformation, and in patients with branchio-oto-renal syndrome and Pendred syndrome. It is well shown on high-resolution CT imaging of the temporal bone.

Laberintitis

El estado inflamatorio del contenido membranoso de la cápsula laberíntica
se denomina laberintitis. Esta inflamación, según los textos
clásicos, puede ser primaria, lo cual es raro, o ser una complicación del
infecciones que afectan al oído medio, a las meninges o a una enfermedad
sistémica. La inflamación del laberinto es bien conocida desde hace
más de dos siglos, pero es en la última mitad del siglo xix cuando se establecen
los distintos cuadros clínicos y se realizan estudios histopatológicos
de temporales de autopsias de enfermos que habían padecido
una laberintitis.

PUNTOS CLAVE

• Los gérmenes o sus toxinas pueden alcanzar el oído a través del

conducto auditivo interno (CAI), el acueducto coclear, la circulación

arterial laberíntica, la ventana redonda o las fístulas laberínticas.

• La inflamación del laberinto produce síntomas vestibulares y auditivos.

Los primeros son, por lo general, autolimitantes y con el

paso del tiempo no dejan síntomas. Los síntomas auditivos son

casi siempre permanentes y dejan una hipoacusia como secuela.

• La meningitis bacteriana es una causa frecuente de sordera y se

debe tratar con antibióticos de forma enérgica.

• El citomegalovirus y el virus de la rubéola son agentes que pueden

lesionar la cóclea y producir otras malformaciones en el período

prenatal.

• La sordera súbita idiopática se produce posiblemente por virus o

por una reacción autoinmune a los mismos. El tratamiento con

corticoides es eficaz en muchos casos.

• La hidropesía endolinfática tardía es probablemente una secuela

tardía de una neurolaberintitis.

• El virus del herpes zóster, que es una reactivación de un herpesvirus,

produce una afectación del VII y VIII pares.

• Hoy día la otitis luética no es frecuente, pero la debemos considerar

al establecer el diagnóstico diferencial con otros tipos de sordera

y manifestaciones vestibulares.

• En las laberintitis producidas por infecciones del oído medio, sobre

todo en las otitis agudas o subagudas, de niños y adultos y en las

fístulas laberínticas de diverso origen, pero especialmente colesteatomatoso,

no debe dudarse en establecer un tratamiento quirúrgico.

PACIENTE MAREADO: OTRAS CAUSAS

PACIENTE MAREADO: OTRAS CAUSAS

El desequilibrio sin vértigo tiene una incidencia que varía del 1 al 15%, siendo más frecuente en personas de edad avanzada,a menudo asociado a más de una causa o factor desencadenante(algunos autores cifran su incidencia en el 16 y el17%, ya sea como causa primaria o secundaria del mareo).La historia clínica debe investigar síntomas, signos asociados y factores predisponentes, teniendo en cuenta la edad del paciente. La exploración clínica abarca desde unaexploraciónotoneurológica a una neurológica completa (marcha, fuerza,coordinación, reflejos y función sensorial, sobre todo de lasextremidades inferiores). Las pruebas complementarias pueden variar desde las relacionadas con un estudio otoneurológico completo (v.cap. 12) hasta pruebas neurofisiológicas (p.ej., electroencefalograma[EEG], pruebas de conducción nerviosa[PCN]), pruebas de laboratorio (prueba de absorción de anticuerpos treponémicosfluorescentes [FTA-Abs], determinación de niveles de vitaminas B 1 2 y E), pruebas genéticas (ataxias familiares),pruebas de diagnóstico por imagen (tomografía computarizada[TC], resonancia magnética [RM],angio-RM),etc.El desequilibrio con oscilopsia asociada, que empeora en la oscuridad, en pacientes expuestos a ototóxicos (p. ej.,gentamicina)o con antecedentes de vértigo recurrente con hipoacusia(p. ej., enfermedad de Meniere, enfermedadautoinmune del oído interno) y sin hipoacusia (p. ej., neuritis vestibular secuencial), con pruebas de Romberg, sacudida cefálica y agudeza visual dinámica (AVD) positivas, es consecuencia de una vestibulopatía bilateral, que debe confirmarse mediante electronistagmografía(ENG) (pruebas calóricas) y, sobre todo, mediante pruebas rotatorias.El desequilibrio que empeora en la oscuridad sin oscilopsia,con parestesias en la extremidades (pérdidas propioceptiva ytáctil), prueba de Romberg positiva y pruebas de sacudidacefálica y AVD normales, se debe a ataxias sensoriales, que deben confirmarse mediante PCN (neuropatías periféricas) yde FTA-Abs (tabes dorsal), determinación de vitaminas B ] 2 y E(deficiencia de vitamina B 1 2 y E), ENG y RM (ataxia de Friedreich).El desequilibrio con incoordinación motora en las extremidades(temblor intencional, disdiadococinesia), disartria, pruebade Romberg negativa (no se modifica con ojos cerrados),ampliación de la base de sustentación y alteraciones oculomotoras (nistagmo de la mirada horizontal,nistagmo vertical) se debe a atrofias cerebelosas, a cuyo diagnóstico contribuye laidentificación de factorespredisponentes (abuso crónico dealcohol asociado a desnutrición; carcinoma de ovario o de pulmónasociado a degeneraciones cerebelosas paraneoplásicas),el ENG y pruebas rotatorias (seguimiento lento sacádico, movimientos sacádicos dismétricos, interacción visuovestibular alterada),estudios genéticos (síndromes cerebelososdegenerativosgenéticos) y RM (identificación de anomalías estructurales asociadas).El desequilibrio con una marcha que varía desde pasoslentos y cortos arrastrando los pies hasta gran dificultad para iniciarla (marcha apráxica), con déficit cognitivo y signos frontalesasociados de diferentes grados, sin temblor de reposo,suele deberse a síndromes deapraxia, consecuencia de lesiones que desconectan la corteza frontal de las vías pontocerebelosas(microangiopatíasubcortical o síndrome multiinfarto,hidrocefalia normotensiva, gliomas o meningiomas del lóbulo frontal, trastornosdesmielinizantes y hematomas subduralesbilaterales), cuyo diagnóstico debe confirmarse mediante RM(cambiosisquémicos, atrofia cortical difusa, hidrocefalia, etc.).El desequilibrio con temblor de reposo asociado,bradicinesia,rigidez, dificultad para iniciar la marcha hasta incluso bloquearla, con problemas para girarse y tendencia a caer, es consecuencia de síndromes extrapiramidales (enfermedad de Parkinson, parálisis supranuclear progresiva,degeneración corticobasilar, enfermedad de Huntington, enfermedad de Wilsony tumores y lesiones estructurales que afectan a la sustancia blanca o ganglios basales), asociados a un deterioro precoz del control postural y cuyo diagnóstico es fundamentalmenteclínico, realizando una RM para descartar o confirmar posiblestumores, lesiones estructurales, etc.El desequilibrio sin causas específicas asociadas afecta al25% de las personas mayores de 75 años, producido por el deterioro lentamente progresivo de las funciones sensoriales(visual, vestibular y nerviosa periférica), las funciones motoras(tono, fuerza muscular y capacidad de coordinación) y el enlentecimiento  general físico y mental (reflejos de enderezamiento,reflejos vasculares ortostáticos, marcha, adaptación al medio),todos ellos cambios funcionales paralelos al proceso normal del envejecimiento (asociados a la pérdida lentamente progresiva  de células en centros sensoriales y motores cerebrales,paralela a su vez a cambios similares en la memoria y otras funcionescognitivas),que dan lugar al desequilibrio multisensorial.Sin embargo, este síndrome no puede atribuirse a la edad exclusivamente, ya que no todas las personas de edad desarrollan desequilibrio, pudiendo identificarse causas específicas en muchos casos: pérdida vestibular solapada, síndromes incipientes sin signos clínicos evidentes (síndrome extrapiramidal,ataxia cerebelosa), síndrome ansioso-depresivo,alteraciones metabólicas (hipotiroidismo, deficiencia de vitaminaB] 2 ) , infartos subcorticales múltiples, atrofia cerebral generalizada o focal, hidrocefalia u otras lesiones estructurales cerebrales que pueden diagnosticarse mediante RM.El tratamiento de los pacientes con desequilibrio incluye:a) prevención (uso de fármacos ototóxicos con precaución y monitorización vestibular y auditiva diaria); b) abordaje de los factores causales (el consumo de alcohol en pacientes con degeneración cerebelosaalcohólica); c) tratamiento causal (laberintitis bacteriana, diabetes, déficit vitamínicos, sífilis, etc.);d) tratamiento farmacológico (enfermedades degenerativasespecíficas, como la ataxia familiar mediante azetazolamida; la enfermedad de Parkinson con i-dopa,etc.; los fármacos sedantes se evitarán siempre que sea posible ya que interfierenconlos mecanismos de compensación vestibular y, en general, con los mecanismos de integración sensorial central); e)abordaje de los mecanismos desencadenantes (tratamiento de la hidrocefalia normotensiva mediante drenaje); f) rehabilitación vestibular y postural en pacientes con vestibulopatía bilateral; rehabilitación física, con entrenamiento del equilibrio y de la marcha y ejercicios para mantener la fuerza muscular en pacientes con síndromesextrapiramidales, tratornos cerebelosos y de edad avanzada); g) ayudas complementarias(bastones y andadores pueden ser necesarios en los primeros días o semanas tras sufrir lesiones vestibulares bilaterales,en pacientes con ataxia sensorial, lesiones del lóbulo frontal y sustancia blanca subcortical y, en general, en cualquier paciente con riesgo de caídas); h) cambios en el estilo de vida(en pacientes con parálisis vestibular bilateral conducir maquinaria pesada, trabajar en alturas, no conducir de noche), e i)medidas de seguridad (luces durante la noche, barandas en el baño, y evitar caminar sobre superficies irregulares o poco firmes,y subir y bajar escaleras, y reducir el riesgo de caídas y sus consecuencias).2. El presíncope o vahído (sensación de cabeza vacía, debilidad generalizada y caída inminente que precede a la pérdida de conciencia o síncope, también denominado desmayo) es un motivo de consulta por mareo especialmente frecuente en elservicio de urgencias, con una incidencia del 16%, frente al 2%en la consultaotoneurológica. El mecanismo se basa en una reducción generalizada del flujo sanguíneo cerebral, que cuandoesparcial produce mareo presincopal y cuando es de mayor grado puede producir síncope. Las causas depresíncope  suelen ser similares a las de síncope, con alguna causa adicional.La historia clínica debe hacer énfasis en los síntomas asociados y factores predisponentes relacionados con las causas de mareo presincopal (cardiovasculares, cardíacas, metabólicasy vasculares cerebrales), teniendo en cuenta la edad del paciente (el presíncope de origen orgánico es más frecuente en mayores de 50 años y el de origen psicógeno -asociado ahiperventilación- en pacientes jóvenes). La exploración clínica y las pruebas complementarias investigan sobre todo signosrelacionados con las causas más frecuentes de mareo presincopal,y debe efectuarse el diagnóstico diferencial con causascardiovasculares(exploración física, presión arterial ortostática,electrocardiograma [ECG], monitorización cardíaca ambulatoriaoHolter, pruebas electrofisiológicas – de esfuerzo, mesavasculante-, ecocardiografía, etc.), causas metabólicas (niveles de glucosa e insulina en plasma, prueba de hiperventilación voluntaria), causas neurológicas y vasculares cerebrales(exploraciones neurológicas comentadas en el cap. 12 y sobretodo exploraciones relacionadas con las causas más frecuentesde presíncope: migrañas, accidente isquémico transitorio[AIT], epilepsia y síndrome de robo de la arteria subclavia).Episodios intermitentes de presíncope de unos segundos de duración al incorporarse de la posición sentada o tumbada suelen estar relacionados con hipotensión ortostática(una disminución de 20 mm Hg en la presión sistólica enbipedestación en relación con la posición tumbada se considera anormal).Generalmente está producida por fármacos (p.ej., hipotensores, diuréticos, antidepresivos), depleción de volumen (p. ej., hemorragia, diarrea, vómitos), neuropatías autonómicas (p. ej., diabetes, alcoholismo, amiloidosis), disfunción autonómicaidiopática y causas neurogénicas centrales,y es especialmente frecuente en personas de edad avanzada(polifarmacia y asociación de varios factores), aunque síntomas posturales sin cambios en la presión arterial ortostática son frecuentes a estas edades. El tratamiento debe orientarse a combatir la causa cuando sea posible; además, lahipotensiónortostática puede responder a la compresión abdominal, el aumento de la ingesta de sal y el tratamientofarmacológico(p. ej., clorhidrato de teodrenalina y cafedrina).Episodios intermitentes de presíncope de segundos a minutos de duración asociados a trastornos emocionales,calor, bipedestación prolongada o dolor agudo suelen serconsecuenciade crisis vasovagales (causa más frecuente depresíncope) y tienen lugar sobre todo en bipedestación (con menosfrecuencia en sedestación), aunque la hipotensión(consecuencia del fenómeno vasopresor) no es inmediata:precedida o no de bradicardia, suele tener lugar varios minutosdespués de incorporarse. El diagnóstico debe confirmarse mediante la prueba de mesa vasculante, y el tratamientoincluye medidas conservadoras (dietéticas, control defármacoshipotensores y de factores precipitantes, etc.), farmacológicas(p. ej., (3-bloqueantes), e incluso marcapasosen los pocos casos de crisis vasovagales frecuentes, graves, sin pródomos,con bradicardias profundas (<40 lat./mindurante más de 10seg) o asistolia (>3 seg).Episodios intermitentes de mareo presincopal de instauración brusca, de segundos a minutos de duración, asociadosa esfuerzos, dolor torácico y palpitaciones y/o a soplo cardíaco y anomalías en el ECG en las exploraciones de rutina que pueden tener lugar en sedestación y ocasionalmente en supinación,incluso sin síntomas asociados previos, suelen ser consecuencia de alteraciones cardiológicas, generalmente de tipomecánicoobstructivo (valvulopatías, hipertensión pulmonar,etc.), o de alteraciones del ritmo cardíaco (bradiarritmias, taquiarritmias, anomalías de marcapasos, etc.). Dichas alteraciones deben confirmarse mediante los estudios cardiocirculatorios mencionados (especialmente indicados en pacientes con mareo presincopal recurrente de causa desconocida), y cuyo tratamiento estará en relación con la causa desencadenante(p. ej., marcapasos en pacientes con arritmia, valvuloplasty en caso de valvulopatías, etc.).Episodios intermitentes de mareo de minutos deduraciónrelacionados con situaciones de estrés en personas jóvenes,asociados a respiración acelerada y entrecortada, con suspiros frecuentes, parestesias periorales y en extremidades,aturdimiento,palpitaciones, tirantez y pinchazos torácicos, consensación de desvanecimiento pero raramente síncope, suelen ser consecuencia de hipocapniaproducida por hiperventilación.Suelen aparecer en pacientes con sensibilidad a lahiperventilación al indicarles quehiperventilen voluntariamente,confirmando así el diagnóstico (aunque la hiperventilación no debe considerarse causa primaria de mareo sin excluir otras con las que a menudo se asocia como factor secundario, como el mareopsicógeno). Los episodios agudos de hiperventilación se previenen respirando dentro de una bolsa el C 0 2 previamente espirado.Episodios de debilidad generalizada,con temblor, sudoración,palpitaciones, embotamiento y sensación de caída inminente presincopal,en pacientes diabéticos en tratamiento con antidiabéticos orales o insulina suelen ser consecuencia dehipoglucemía (secundaria a la omisión de alimentos, ejercicio físico, sobredosis de insulina), que puede confirmarse mediante la determinación de la glucemia capilar y cuyos síntomas remiten con la administración de glucosa (en pacientes no diabéticos la hipoglucemia puede tener un origen reactivo funcionalposprandial, o ser secundaria a un insulinoma).3. La incidencia del mareo psicógeno es del 10 al 25% (e incluso el 40% según algunos autores), como causa primaria o como factor que contribuye a producir mareo. La historia clínica debe investigar síntomas y signos característicos: sensaciones inespecíficas como cabeza vacía, flotar, inseguridad,incertidumbre, dificultad para concentrarse, giros dentro de la cabeza o de la misma cabeza (no de objetos del entorno), no ser uno mismo, miedo a salir a la calle, a perder el control e incluso a morir, asociadas a respiración entrecortada con suspiros,sudoración, palpitaciones, parestesias y temblor en las extremidades. Las causas más frecuentes son los trastornos de ansiedad (asociados o no a depresión), pudiendo manifestarse de forma constante (ansiedad crónica), o en forma demiedo intenso a situaciones específicas (p. ej., lugares públicos)con conducta deevitación asociada (fobia) o agorafobia,o como presentación brusca de síntomas intensos de ansiedado crisis de pánico (que a menudo llegan a mareo presincopal e incluso síncope debido a la hiperventilación asociada).La exploración clínica y el diagnóstico se basan en la historia clínica, incluyendo el uso de cuestionarios psiquiátricos estructurados, y estudios otoneurológicos, neurológicos, cardio-circulatorios, etc., que son necesarios tanto para excluir causas orgánicas cuando el origen psicógeno es la causa primaria y única de mareo, como para confirmar que ésta coincideose asocia con causas orgánicas (vestibulopatías, etc.).El tratamiento puede variar desde el uso de psicoterapia a fármacos tranquilizantes (benzodiazepinas) para atajar los síntomas de ansiedad aguda (díazepam, lorazepam) o al uso de antidepresivos (p. ej., antidepresivos tricíclicos), dependiendo de la causa concreta, que a menudo debe diagnosticarse y tratarse específicamente con la colaboración de psiquiatras además de tratar las causas orgánicas cuando concurran.

1. El desequilibrio sin vértigo tiene una incidencia que varía
del 1 al 15%, siendo más frecuente en personas de edad avanzada,
a menudo asociado a más de una causa o factor desencadenante
(algunos autores cifran su incidencia en el 16 y el
17%, ya sea como causa primaria o secundaria del mareo).
La historia clínica debe investigar síntomas, signos asociados
y factores predisponentes, teniendo en cuenta la edad del
paciente. La exploración clínica abarca desde una exploración
otoneurológica a una neurológica completa (marcha, fuerza,
coordinación, reflejos y función sensorial, sobre todo de las
extremidades inferiores). Las pruebas complementarias pueden
variar desde las relacionadas con un estudio otoneurológico
completo hasta pruebas neurofisiológicas (p.ej., electroencefalograma
[EEG], pruebas de conducción nerviosa
[PCN]), pruebas de laboratorio (prueba de absorción de anticuerpos
treponémicos fluorescentes [FTA-Abs], determinación
de niveles de vitaminas B 1 2 y E), pruebas genéticas (ataxias familiares),
pruebas de diagnóstico por imagen (tomografía computarizada
[TC], resonancia magnética [RM],angio-RM), etc.
El desequilibrio con oscilopsia asociada, que empeora en
la oscuridad, en pacientes expuestos a ototóxicos (p. ej., gentamicina)
o con antecedentes de vértigo recurrente con hipoacusia
(p. ej., enfermedad de Meniere, enfermedad autoinmune
del oído interno) y sin hipoacusia (p. ej., neuritis vestibular
secuencial), con pruebas de Romberg, sacudida cefálica y agudeza
visual dinámica (AVD) positivas, es consecuencia de una
vestibulopatía bilateral, que debe confirmarse mediante electronistagmografía
(ENG) (pruebas calóricas) y, sobre todo, mediante
pruebas rotatorias.
El desequilibrio que empeora en la oscuridad sin oscilopsia,
con parestesias en la extremidades (pérdidas propioceptiva
y táctil), prueba de Romberg positiva y pruebas de sacudida
cefálica y AVD normales, se debe a ataxias sensoriales, que
deben confirmarse mediante PCN (neuropatías periféricas) y
de FTA-Abs (tabes dorsal), determinación de vitaminas B ] 2 y E
(deficiencia de vitamina B 1 2 y E), ENG y RM (ataxia de Friedreich).
El desequilibrio con incoordinación motora en las extremidades
(temblor intencional, disdiadococinesia), disartria, prueba
de Romberg negativa (no se modifica con ojos cerrados),
ampliación de la base de sustentación y alteraciones oculomotoras
(nistagmo de la mirada horizontal, nistagmo vertical) se
debe a atrofias cerebelosas, a cuyo diagnóstico contribuye la
identificación de factores predisponentes (abuso crónico de
alcohol asociado a desnutrición; carcinoma de ovario o de pulmón
asociado a degeneraciones cerebelosas paraneoplásicas),
el ENG y pruebas rotatorias (seguimiento lento sacádico, movimientos
sacádicos dismétricos, interacción visuovestibular alterada),
estudios genéticos (síndromes cerebelosos degenerativos
genéticos) y RM (identificación de anomalías estructurales
asociadas).
El desequilibrio con una marcha que varía desde pasos
lentos y cortos arrastrando los pies hasta gran dificultad para
iniciarla (marcha apráxica), con déficit cognitivo y signos frontales
asociados de diferentes grados, sin temblor de reposo,
suele deberse a síndromes de apraxia, consecuencia de lesiones
que desconectan la corteza frontal de las vías pontocerebelosas
(microangiopatía subcortical o síndrome multiinfarto,
hidrocefalia normotensiva, gliomas o meningiomas del lóbulo
frontal, trastornos desmielinizantes y hematomas subdurales
bilaterales), cuyo diagnóstico debe confirmarse mediante RM
(cambios isquémicos, atrofia cortical difusa, hidrocefalia, etc.).
El desequilibrio con temblor de reposo asociado, bradicinesia,
rigidez, dificultad para iniciar la marcha hasta incluso
bloquearla, con problemas para girarse y tendencia a caer, es
consecuencia de síndromes extrapiramidales (enfermedad
de Parkinson, parálisis supranuclear progresiva, degeneración
corticobasilar, enfermedad de Huntington, enfermedad de Wilson
y tumores y lesiones estructurales que afectan a la sustancia
blanca o ganglios básales), asociados a un deterioro precoz
del control postural y cuyo diagnóstico es fundamentalmente
clínico, realizando una RM para descartar o confirmar posibles
tumores, lesiones estructurales, etc.
El desequilibrio sin causas específicas asociadas afecta al
25% de las personas mayores de 75 años, producido por el
deterioro lentamente progresivo de las funciones sensoriales
(visual, vestibular y nerviosa periférica), las funciones motoras
(tono, fuerza muscular y capacidad de coordinación) y el enlentecimiento
general físico y mental (reflejos de enderezamiento,
reflejos vasculares ortostáticos, marcha, adaptación al medio),
todos ellos cambios funcionales paralelos al proceso normal
del envejecimiento (asociados a la pérdida lentamente progresiva
de células en centros sensoriales y motores cerebrales,
paralela a su vez a cambios similares en la memoria y otras
funciones cognitivas),que dan lugar al desequilibrio multisensorial.
Sin embargo, este síndrome no puede atribuirse a la
edad exclusivamente, ya que no todas las personas de edad
desarrollan desequilibrio, pudiendo identificarse causas específicas
en muchos casos: pérdida vestibular solapada, síndromes
incipientes sin signos clínicos evidentes (síndrome extrapiramidal,
ataxia cerebelosa), síndrome ansioso-depresivo,
alteraciones metabólicas (hipotiroidismo, deficiencia de vitamina
B12 , infartos subcorticales múltiples, atrofia cerebral
generalizada o focal, hidrocefalia u otras lesiones estructurales
cerebrales que pueden diagnosticarse mediante RM.
El tratamiento de los pacientes con desequilibrio incluye:
a) prevención (uso de fármacos ototóxicos con precaución y
monitorización vestibular y auditiva diaria); b) abordaje de los
factores causales (el consumo de alcohol en pacientes con
degeneración cerebelosa alcohólica); c) tratamiento causal
(laberintitis bacteriana, diabetes, déficit vitamínicos, sífilis, etc.);
d) tratamiento farmacológico (enfermedades degenerativas
específicas, como la ataxia familiar mediante azetazolamida; la
enfermedad de Parkinson con i-dopa,etc.;los fármacos sedantes
se evitarán siempre que sea posible ya que interfieren con
los mecanismos de compensación vestibular y, en general, con
los mecanismos de integración sensorial central); e) abordaje
de los mecanismos desencadenantes (tratamiento de la hidrocefalia
normotensiva mediante drenaje); f) rehabilitación
(rehabilitación vestibular y postural en pacientes con vestibulopatía
bilateral; rehabilitación física, con entrenamiento del
equilibrio y de la marcha y ejercicios para mantener la fuerza
muscular en pacientes con síndromes extrapiramidales, tratornos
cerebelosos y de edad avanzada); g) ayudas complementarias
(bastones y andadores pueden ser necesarios en los primeros
días o semanas tras sufrir lesiones vestibulares bilaterales,
en pacientes con ataxia sensorial, lesiones del lóbulo frontal
y sustancia blanca subcortical y, en general, en cualquier
paciente con riesgo de caídas); h) cambios en el estilo de vida
(en pacientes con parálisis vestibular bilateral conducir maquinaria
pesada, trabajar en alturas, no conducir de noche), e i)
medidas de seguridad (luces durante la noche, barandas en el
baño, y evitar caminar sobre superficies irregulares o poco firmes,
y subir y bajar escaleras, y reducir el riesgo de caídas y sus
consecuencias).
2. El presíncope o vahído (sensación de cabeza vacía, debilidad
generalizada y caída inminente que precede a la pérdida
de conciencia o síncope, también denominado desmayo) es un
motivo de consulta por mareo especialmente frecuente en el
servicio de urgencias, con una incidencia del 16%, frente al 2%
en la consulta otoneurológica. El mecanismo se basa en una
reducción generalizada del flujo sanguíneo cerebral, que cuando
es parcial produce mareo presincopal y cuando es de mayor
grado puede producir síncope. Las causas de presíncope suelen
ser similares a las de síncope, con alguna causa adicional.
La historia clínica debe hacer énfasis en los síntomas asociados
y factores predisponentes relacionados con las causas
de mareo presincopal (cardiovasculares, cardíacas, metabólicas
y vasculares cerebrales), teniendo en cuenta la edad del
paciente (el presíncope de origen orgánico es más frecuente
en mayores de 50 años y el de origen psicógeno -asociado a
hiperventilación- en pacientes jóvenes). La exploración clínica
y las pruebas complementarias investigan sobre todo signos
relacionados con las causas más frecuentes de mareo presincopal,
y debe efectuarse el diagnóstico diferencial con causas
cardiovasculares (exploración física, presión arterial ortostática,
electrocardiograma [ECG], monitorización cardíaca ambulatoria
o Holter, pruebas electrofisiológicas – d e esfuerzo, mesa
vasculante-, ecocardiografía, etc.), causas metabólicas (niveles
de glucosa e insulina en plasma, prueba de hiperventilación
voluntaria), causas neurológicas y vasculares cerebrales
(exploraciones neurológicas comentadas en el cap. 12 y sobre
todo exploraciones relacionadas con las causas más frecuentes
de presíncope: migrañas, accidente isquémico transitorio
[AIT], epilepsia y síndrome de robo de la arteria subclavia).
Episodios intermitentes de presíncope de unos segundos
de duración al incorporarse de la posición sentada o tumbada
suelen estar relacionados con hipotensión ortostática
(una disminución de 20 mm Hg en la presión sistólica en
bipedestación en relación con la posición tumbada se considera
anormal).Generalmente está producida por fármacos (p.
ej., hipotensores, diuréticos, antidepresivos), depleción de
volumen (p. ej., hemorragia, diarrea, vómitos), neuropatías
autonómicas (p. ej., diabetes, alcoholismo, amiloidosis), disfunción
autonómica idiopática y causas neurogénicas centrales,
y es especialmente frecuente en personas de edad avanzada
(polifarmacia y asociación de varios factores), aunque
síntomas posturales sin cambios en la presión arterial ortostática
son frecuentes a estas edades. El tratamiento debe
orientarse a combatir la causa cuando sea posible; además, la
hipotensión ortostática puede responder a la compresión
abdominal, el aumento de la ingesta de sal y el tratamiento
farmacológico (p. ej., clorhidrato de teodrenalina y cafedrina).
Episodios intermitentes de presíncope de segundos a
minutos de duración asociados a trastornos emocionales,
calor, bipedestación prolongada o dolor agudo suelen ser
consecuencia de crisis vasovagales (causa más frecuente de
presíncope) y tienen lugar sobre todo en bipedestación (con
menos frecuencia en sedestación), aunque la hipotensión
(consecuencia del fenómeno vasopresor) no es inmediata:
precedida o no de bradicardia, suele tener lugar varios minutos
después de incorporarse. El diagnóstico debe confirmarse
mediante la prueba de mesa vasculante, y el tratamiento
incluye medidas conservadoras (dietéticas, control de fármacos
hipotensores y de factores precipitantes, etc.), farmacológicas
(p. ej., (3-bloqueantes), e incluso marcapasos en los pocos
casos de crisis vasovagales frecuentes, graves, sin pródomos,
con bradicardias profundas (<40 lat./min durante más de 10
seg) o asistolia (>3 seg).
Episodios intermitentes de mareo presincopal de instauración
brusca, de segundos a minutos de duración, asociados
a esfuerzos, dolor torácico y palpitaciones y/o a soplo cardíaco
y anomalías en el ECG en las exploraciones de rutina que pueden
tener lugar en sedestación y ocasionalmente en supinación,
incluso sin síntomas asociados previos, suelen ser consecuencia
de alteraciones cardiológicas, generalmente de tipo
mecánico obstructivo (valvulopatías, hipertensión pulmonar,
etc.), o de alteraciones del ritmo cardíaco (bradiarritmias,
taquiarritmias, anomalías de marcapasos, etc.). Dichas alteraciones
deben confirmarse mediante los estudios cardiocirculatorios
mencionados (especialmente indicados en pacientes
con mareo presincopal recurrente de causa desconocida), y
cuyo tratamiento estará en relación con la causa desencadenante
(p. ej., marcapasos en pacientes con arritmia, valvuloplasty
en caso de valvulopatías, etc.).
Episodios intermitentes de mareo de minutos de duración
relacionados con situaciones de estrés en personas jóvenes,
asociados a respiración acelerada y entrecortada, con suspiros
frecuentes, parestesias periorales y en extremidades,aturdimiento,
palpitaciones, tirantez y pinchazos torácicos, con
sensación de desvanecimiento pero raramente síncope, suelen
ser consecuencia de hipocapnia producida por hiperventilación.
Suelen aparecer en pacientes con sensibilidad a la
hiperventilación al indicarles que hiperventilen voluntariamente,
confirmando así el diagnóstico (aunque la hiperventilación
no debe considerarse causa primaria de mareo sin
excluir otras con las que a menudo se asocia como factor
secundario, como el mareo psicógeno). Los episodios agudos
de hiperventilación se previenen respirando dentro de una
bolsa el C 0 2 previamente espirado.
Episodios de debilidad generalizada,con temblor, sudoración,
palpitaciones, embotamiento y sensación de caída inminente
presincopal,en pacientes diabéticos en tratamiento con
antidiabéticos orales o insulina suelen ser consecuencia de
hipoglucemía (secundaria a la omisión de alimentos, ejercicio
físico, sobredosis de insulina), que puede confirmarse mediante
la determinación de la glucemia capilar y cuyos síntomas
remiten con la administración de glucosa (en pacientes no
diabéticos la hipoglucemia puede tener un origen reactivo
funcional posprandial, o ser secundaria a un insulinoma).
3. La incidencia del mareo psicógeno es del 10 al 25% (e incluso
el 40% según algunos autores), como causa primaria o
como factor que contribuye a producir mareo. La historia clínica
debe investigar síntomas y signos característicos: sensaciones
inespecíficas como cabeza vacía, flotar, inseguridad,
incertidumbre, dificultad para concentrarse, giros dentro de la
cabeza o de la misma cabeza (no de objetos del entorno), no
ser uno mismo, miedo a salir a la calle, a perder el control e
incluso a morir, asociadas a respiración entrecortada con suspiros,
sudoración, palpitaciones, parestesias y temblor en las
extremidades. Las causas más frecuentes son los trastornos de
ansiedad (asociados o no a depresión), pudiendo manifestarse
de forma constante (ansiedad crónica), o en forma de
miedo intenso a situaciones específicas (p. ej., lugares públicos)
con conducta de evitación asociada (fobia) o agorafobia,
o como presentación brusca de síntomas intensos de ansiedad
o crisis de pánico (que a menudo llegan a mareo presincopal
e incluso síncope debido a la hiperventilación asociada).
La exploración clínica y el diagnóstico se basan en la historia
clínica, incluyendo el uso de cuestionarios psiquiátricos
estructurados, y estudios otoneurológicos, neurológicos, cardiocirculatorios,
etc., que son necesarios tanto para excluir
causas orgánicas cuando el origen psicógeno es la causa primaria
y única de mareo, como para confirmar que ésta coincide
o se asocia con causas orgánicas (vestibulopatías, etc.).
El tratamiento puede variar desde el uso de psicoterapia a
fármacos tranquilizantes (benzodiazepinas) para atajar los síntomas
de ansiedad aguda (díazepam, lorazepam) o al uso de
antidepresivos (p. ej., antidepresivos tricíclicos), dependiendo
de la causa concreta, que a menudo debe diagnosticarse y tratarse
específicamente con la colaboración de psiquiatras además
de tratar las causas orgánicas cuando concurran.

Physiology of the Vestibular System

Physiology of the Vestibular System
Within the inner ear are specialized sensory receptors
responsible for the perception of the forces associated
with head movement and gravity. Control centers
within the brainstem integrate this information along
with other biologic signals derived from vision and
proprioceptive sensors in the final determination of an
individual’s orientation in three-dimensional space.1
Although anatomically developed and responsive at
birth, the vestibular system matures along with other
senses in the first 7 to 10 years of life.2
Recognition of the head’s movement relative to the
body is provided by the linear (otolithic macula) and
angular (semicircular canals) acceleration receptors of
the inner ear. Electrical activity generated within the
inner ear travels along the vestibular nerve (primary
afferent neuronal pathway) to the central vestibular
nuclei of the brainstem, forming second-order neuronal
pathways that become the vestibulo-ocular reflex
(VOR), the vestibulospinal tracts, and the vestibulocerebellar
tracts. Pathways derived from vestibular
information also travel to the brainstem emetic centers,
which serves to explain vegetative symptoms such as
nausea, vomiting, and perspiration that a patient typically
experiences following an acute unilateral vestibular
loss (Figure 2-1).
Disruption of peripheral (inner ear and the vestibular
nerve) or central vestibular pathways as a result of, for
example , trauma, ototoxicity, or surgical deafferentation
leads to the patient experiencing a distortion in orientation.
The patient often uses the term“dizziness,” which
is an all-encompassing yet relatively nonspecific term
that can include symptoms such as giddiness, lightheadedness,
and floating sensation. Clinically, the term
“vertigo” is best suited to describe a precise type of
dizziness—a hallucination of movement involving oneself
(subjective vertigo) or the surrounding environment
(objective vertigo) that is apt to occur when there is an
acute interruption of vestibular pathways.1

Within the inner ear are specialized sensory receptorsresponsible for the perception of the forces associatedwith head movement and gravity. Control centerswithin the brainstem integrate this information alongwith other biologic signals derived from vision andproprioceptive sensors in the final determination of anindividual’s orientation in three-dimensional space.1Although anatomically developed and responsive atbirth, the vestibular system matures along with othersenses in the first 7 to 10 years of life.2Recognition of the head’s movement relative to thebody is provided by the linear (otolithic macula) andangular (semicircular canals) acceleration receptors ofthe inner ear. Electrical activity generated within theinner ear travels along the vestibular nerve (primaryafferent neuronal pathway) to the central vestibularnuclei of the brainstem, forming second-order neuronalpathways that become the vestibulo-ocular reflex(VOR), the vestibulospinal tracts, and the vestibulocerebellartracts. Pathways derived from vestibularinformation also travel to the brainstem emetic centers,which serves to explain vegetative symptoms such asnausea, vomiting, and perspiration that a patient typicallyexperiences following an acute unilateral vestibularloss (Figure 2-1).Disruption of peripheral (inner ear and the vestibularnerve) or central vestibular pathways as a result of, forexample , trauma, ototoxicity, or surgical deafferentationleads to the patient experiencing a distortion in orientation.The patient often uses the term“dizziness,” whichis an all-encompassing yet relatively nonspecific termthat can include symptoms such as giddiness, lightheadedness,and floating sensation. Clinically, the term“vertigo” is best suited to describe a precise type ofdizziness—a hallucination of movement involving oneself(subjective vertigo) or the surrounding environment(objective vertigo) that is apt to occur when there is anacute interruption of vestibular pathways.1 Of all the human vestibular pathways, the VOR remains the most important and most studied. At its simplest level the VOR is required to maintain a stable retinal image with active head movement. When an active head movement is not accompanied by an equal but opposite conjugate movement of the eyes, retinal slip occurs. When the VOR is affected bilaterally (as could occur from systemic aminoglycoside poisoning) patients characteristically complain of visual blurring with head movement, better known as oscillopsia, in addition to having significant complaints of imbalance and ataxia.3 True vertigo is typically not a feature of a bilateral peripheral vestibular loss. Figure 2-1 Schematic representation of the vestibular system and its pathways. Figure 2-2 Anatomic organization of the peripheral vestibular system (vestibular end-organs and the vestibular nerve). ANATOMY OF THE VESTIBULAR SYSTEM Peripheral Vestibular System The peripheral vestibular system includes the paired vestibular sensory end-organs of the semicircular canals (SCCs) and the otolithic organs. These receptors are found within the fluid-filled bony channels of the otic capsule (the dense endochondral-derived bone that surrounds the labyrinth and cochlea) and are responsible for perception of both the sense of position and motion. The vestibular nerve (both superior and inferior divisions of the VIIIth nerve) is the afferent connection to the brainstem nuclei for the peripheral vestibular system (Figure 2-2). Perception of angular accelerations is chiefly the responsibility of the three paired SCCs (superior, posterior, and lateral). Within the ampullated portion of the membranous labyrinth are the end-organs of the cristae, containing specialized hair cells that transduce mechanical shearing forces into neural impulses. Histologically the hair cells of the ampulla are located on its surface. Their cilia extend into a gelatinous matrix better known as the cupula, which acts like a hinged gate between the vestibule and the canal itself (Figure 2-3). The otolithic organs of the utricle and the saccule are found within the vestibule. Chiefly responsible for the perception of linear accelerations (eg, gravity, deceleration in a car), their end-organs consist of a flattened, hair cell–rich macular area whose cilia project into a similar gelatinous matrix. The matrix, however, differs from the matrix associated with the SCCs in its support of a blanket of calcium carbonate crystals better known as otoliths, which have a mean thickness of approximately 50 μm (Figure 2-4).4 Information from the vestibular end-organs is transmitted along the superior (which receives information from the superior, horizontal SCCs and utricle) and inferior (which receives information from the posterior SCC and saccule) divisions of the vestibular nerve. Although its role is primarily afferent in the transmission of electrical activity to the central vestibular nuclei of the brainstem, an efferent system does exist that probably serves to modify end-organ activity. 5 Each vestibular nerve consists of approximately 25,000 bipolar neurons whose cell bodies are located in a structure known as Scarpa’s ganglion, which is typically found within the internal auditory canal (IAC).6 Type I neurons of the vestibular nerve derive information from corresponding type 1 hair cells, whereas type II neurons derive information from corresponding type 2 hair cells at its simplest.

Figure 2-3 Stylized representation of the crista: angular acceleration receptor.

Figure 2-4 Stylized representation of macular end-organ: linear acceleration receptor.

Central Vestibular System

Primary vestibular afferents enter the brainstem dividing

into ascending and descending branches. Within

the brainstem there appears to exist a nuclear region

with four distinct anatomic types of second-order

neurons that have been traditionally considered to constitute

the vestibular nuclei. It appears, however, that

not all these neurons receive input from the peripheral

vestibular system.4,7 The main nuclei are generally

recognized as the superior (Bechterew’s nucleus),

lateral (Deiters’ nucleus), medial (Schwalbe’s nucleus ),

and descending (spinal vestibular nucleus).

Functionally, in primate models, the superior

vestibular nucleus appears to be a major relay station

for conjugate ocular reflexes mediated by the SCCs.

The lateral vestibular nucleus appears to be important

for control of ipsilateral vestibulospinal (the so-called

“righting”) reflexes. The medial vestibular nucleus,

because of its other connections with the medial longitudinal

fasciculus, appears to be responsible for coordinating

eye, head, and neck movements. The descending

vestibular nucleus appears to have an integrative function

with respect to signals from both vestibular nuclei,

the cerebellum, and an amorphous area in the reticular

formation postulated to be a region of neural integration.

Commonly referred to as the “neural integrator”

among neurophysiologists, it is responsible for the

ultimate velocity and position command for the final

common pathway for conjugate versional eye movements

and position.8

The vestibular nerve in part also projects directly

to the phylogenetically oldest parts of the cerebellum—

namely, the flocculus, nodulus, ventral uvula, and the

ventral paraflocculus—on its way directly through the

vestibular nucleus. Better known as the vestibulocerebellum,

this area also receives input from other

neuronal pathways in the central nervous system (CNS)

responsible for conjugate eye movements, especially

smooth-pursuit eye movements, which, in addition to

the VOR, are responsible for holding the image of a

moving target within a certain velocity range on the

fovea of the retina. The Purkinje’s cells of the flocculus

are the main recipients of this information, of which

some appears to be directed back toward the ipsilateral

vestibular nucleus for the purposes of modulating eye

movements in relation to gaze (eye in space) velocity

with the head still or during combined eye–head

(vestibular signal-derived) tracking.9,10 Important for

cancelling the effects of the VOR on eye movement

when it is not in the best interest of the individual

(think of twirling ballet dancers or figure skaters and

how they can spin without getting dizzy), the vestibulocerebellum

is also important in the compensation

process for a unilateral vestibular loss.

The Hair Cells

The fundamental unit for vestibular activity on a

microscopic basis inside the inner ear consists of

broadly classified type 1 and 2 hair cells (Figure 2-5).

Type 1 hair cells are flask-shaped and surrounded

by the afferent nerve terminal at its base in a chalicelike

fashion. One unique characteristic of the afferent

nerve fibers that envelop type 1 hair cells is that they are

among the largest in the nervous system (up to 20 μm

in diameter). The high amount of both tonic (spontaneous)

and dynamic (kinetic) electrical activity at any

time arising from type 1 hair cells has probably necessitated

this feature for the neurons that transfer this

information to the CNS. Type 2 hair cells are more

cylindrical and at their base are typically surrounded by

multiple nerve terminals in contradistinction.

Each hair cell contains on its top a bundle of 50 to

100 stereocilia and one long kinocilium that project

into the gelatinous matrix of the cupula or macula. It

is thought that the location of the kinocilium relative

to the stereocilia gives each hair cell an intrinsic polarity

that can be influenced by angular or linear accelerations.

It is important to realize that an individual is

born with a maximum number of type 1 and 2 hair

cells that cannot be replaced or regenerated if lost as a

result of the effects of pathology (eg, ototoxicity or surgical

trauma) or aging (the postulated presbyvestibular

dropout from cellular apoptosis). Presumably the same

process holds for the type I and II neurons that comprise

the vestibular nerve.

APPLIED PHYSIOLOGY

At the microscopic level, movements of the head or changes in linear accelerations deflect the cupula or shift the gelatinous matrix of the otolithic organs with its load of otolithic crystals that will either stimulate (depolarize) or inhibit (hyperpolarize) electrical activity from type 1 and 2 hair cells. Displacement of the stereocilia either toward or away from the kinocilium influences calcium influx mechanisms at the apex of the cell that causes either the release or reduction of neurotransmitters from the cell to the surrounding afferent neurons (Figures 2-6 and 2-7 ).12 The electrical activity generated is then transferred along the vestibular nerve to the vestibular nuclei in the brainstem.

Information above the tonic (spontaneous) firing rate of the type 1 hair cells transmitted along type I neurons is largely thought to have a stimulatory effect in contrast to a more inhibitory effect attributable to type 2 hair cells and type II neurons. The SCCs largely appear to be responsible for the equal but opposite corresponding eye-to-head movements better known as the VOR. The otolithic organs are primarily responsible for ocular counter-rolling with tilts of the head and for vestibulospinal reflexes that help in the maintenance of body posture and muscle tone.

In order to ultimately produce conjugate versional VOR-mediated movements of the eyes, each vestibular nucleus receives electrical information from both sides that is exchanged via the vestibular commissure in the brainstem. The organization is generally believed to be specific across the commissure. Neurons in the right vestibular nucleus, for example, that receive type I input from the right horizontal SCC project across the commissure to the neurons found in the left vestibular nucleus that are driven by the left horizontal SCC receiving contralateral type II input and vice versa.

KEY CONCEPTS

According to Leigh and Zee’s seminal text, the key concepts of vestibular physiology can be best appreciated in the context that “the push–pull pairings of the canals, the resting vestibular tone and exchange of neural input through the vestibular commissure maximize vestibular sensitivity in health and provide a substrate for compensation and  adaptation.”7

VOR Gain

In order to maintain a stable retinal image during head movement, the eyes should move in an equal but opposite direction to head movement. Anything less than unity (corresponding eye movement/head movement) may result in the perception of visual blurring with head movement—oscillopsia being the classic symptomatic complaint of an individual with a bilateral peripheral vestibular loss as might result from gentamicin vestibulotoxicity.

Nystagmus

Defined as a rhythmic to-and-fro, back-and-forth movement of the eyes, nystagmus represents the cardinal sign of unilateral peripheral vestibular or central vestibular dysfunction. In an acute unilateral loss of peripheral vestibular activity that might occur from topical aminoglycoside drops or certain disinfectant surgical preparation solutions used in the presence of a tympanic membrane defect, injury to the end-organ causes a difference in neural activity between the left and right vestibular nuclei. Should the push–pull pairings of the canals be affected as a result of pathology, the eyes are typically driven with a slow movement toward the affected side only to be corrected by a fast corrective saccade generated within the CNS away from the side of the lesion in a repetitive fashion. Although somewhat misguided, the direction of the nystagmus by convention refers to the fast phase, typically away from the side of the lesion under circumstances of an acute unilateral peripheral vestibular loss.

Habituation and Adaptation

In humans the CNS may habituate (show a reduced response) the VOR depending on the environmental circumstances. This may happen in individuals who are blind or in those exposed to constant velocity rotations or continuous low-frequency oscillations (such as on a ship). The mechanisms for adaptation or the adaptive plasticity of the VOR are usually visually driven and have been experimentally studied by subjects wearing reversing prisms.13 This phenomenon is frequently experienced by those wearing new prescriptive glasses with the explanation that “they take some time to get used to.” Eventually one adapts to the new lenses as the gain of the VOR changes accordingly. The same holds true to some extent for those with a unilateral peripheral vestibular loss, where the gain can be somewhat influenced, though not perfectly.

Compensation

Clinical improvement following acute unilateral peripheral vestibular deafferentation requires the presence of intact central vestibular connections primarily at the level of the vestibulocerebellum.4,7 The loss of tonic or spontaneous vestibular activity from the endorgan is ultimately replaced by the development of spontaneous electrical activity arising within the vestibular nuclei of the affected side.14 At rest the asymmetries that would be expected from the push–pull effects from the canals are kept in check, and as a result there is the gradual resolution of the once-present spontaneous nystagmus. Quick head movements producing changes in the dynamic electrical activity, however, can never be completely compensated through this mechanism on the affected side, and a bilateral loss of inner ear function never does despite the insertion of midrotation corrective saccades. For a more detailed explanation of the phenomenon of compensation and why it often fails in the setting of a bilateral vestibular loss.

IMPLANTE COCLEAR

M.Manrique Rodríguez
Un programa de implantes cocleares consta de las siguientes
etapas: selección, cirugía, programación y rehabilitación-seguimiento.
1. En la anamnesis se hará hincapié en destacar si la hipoacusia
es de aparición prelocutiva, perilocutiva o poslocutiva, su
duración, su etiología y los tratamientos audioprotésicos, logopédicos
y educativos recibidos.
2. En todos los candidatos se debe realizar audiometría tonal
liminal, impedanciometría, estudio de otoemisiones acústicas
(descartar neuropatía auditiva) y potenciales evocados auditivos
del tronco cerebral (PEATC). Cuando sea posible, se complementará
con audiometría vocal sin y con el uso de audífonos.
Durante la realización de todas estas pruebas debe considerarse
la edad del candidato.
3. El implante coclear está indicado en la hipoacusia neurosensorial
bilateral profunda de asiento coclear con insuficiente
o nulo beneficio de los audífonos. Esta indicación se concreta
en umbrales auditivos bilaterales superiores a 90dB de media
en las frecuencias de 0,5,1 y 2 kHz, que además presentan, en
campo libre con la utilización de audífonos, una discriminación
de la palabra inferior al 40% empleando listas abiertas de palabras,
así como en la hipoacusia neurosensorial grave de grado
2 (entre 71 y 90 dB) en un oído e hipoacusia profunda en el contralateral,
con mínimos beneficios de los audífonos.
4. Inicialmente se recomienda la realización de una tomografía
computarizada (TC) y complementarla con una resonancia
magnética (RM) en aquellos casos que presenten antecedentes
de otitis media crónica y meningitis, o cuando en la TC se evidencia
una malformación ótica o signos de obliteración coclear.
Son contraindicaciones para el implante coclear la agenesia
coclear bilateral, la agenesia de nervios cocleares con o sin
estenosis de conductos auditivos internos y patología retrococlear
o central. No son contraindicaciones las malformaciones
como las hipoplasias, cavidades comunes o compartimentaciones
incompletas de la cóclea, alteraciones del laberinto
posterior u obliteraciones de las escalas cocleares.
5. Los objetivos del estudio psicológico y psiquiátrico son
detectar contraindicaciones por enfermedades psiquiátricas
graves y evaluar la motivación del candidato y/o su entorno
familiar.
La indicación definitiva del implante coclear se centrará
en aquellos candidatos que reúnen los criterios audiométricos
(3), no presentan contraindicaciones anatómicas (4) y están
motivados para recibirlo (4).
6. Al preparar el proceso quirúrgico, el paciente debe ser
informado sobre el contenido del programa de implante
coclear y el pronóstico de su implantación.
7. El procedimiento quirúrgico se lleva a cabo bajo anestesia
general. Al proceder a la implantación de los componentes
internos del implante coclear, se seleccionará el tipo de guía de
electrodos de acuerdo con las particularidades anatómicas de
la cóclea del paciente.
8. Programación: al mes de la cirugía se activa el implante
coclear eligiendo una estrategia de estimulación y creando un
mapa auditivo para el paciente concreto. La telemetría neural
puede ser de gran ayuda.
9. En la etapa de rehabilitación y seguimiento, los pacientes
prelocutivos implantados han de recibir apoyo logopédico. La
metodología dependerá básicamente de la edad del paciente
en el momento en que se realizó la implantación. El apoyo médico
y técnico a la persona que ha recibido el implante debe mantenerse
de manera constante.
Bibliografía
MANRIQUE M, HUARTE A. Implantes cocleares. Barcelona: Masson, 2002.
MANRIQUE M, MORERA C.Tratamiento de la hipoacusia infantil. Libro blanco
sobre la hipoacusia. Detección precoz de la hipoacusia en recién
nacidos. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo, 2003.
MANRIQUE M, RAMOS A, LÓPEZ-VILLAREJO P, GARCIA-IBÁÑEZ L. Prótesis implantabas
en otocirugía. Ponencia Oficial de la SEORL, 2003.
Un programa de implantes cocleares consta de las siguientes
etapas: selección, cirugía, programación y rehabilitación-seguimiento.
1. En la anamnesis se hará hincapié en destacar si la hipoacusia
es de aparición prelocutiva, perilocutiva o poslocutiva, su
duración, su etiología y los tratamientos audioprotésicos, logopédicos
y educativos recibidos.
2. En todos los candidatos se debe realizar audiometría tonal
liminal, impedanciometría, estudio de otoemisiones acústicas
(descartar neuropatía auditiva) y potenciales evocados auditivos
del tronco cerebral (PEATC). Cuando sea posible, se complementará
con audiometría vocal sin y con el uso de audífonos.
Durante la realización de todas estas pruebas debe considerarse
la edad del candidato.
3. El implante coclear está indicado en la hipoacusia neurosensorial
bilateral profunda de asiento coclear con insuficiente
o nulo beneficio de los audífonos. Esta indicación se concreta
en umbrales auditivos bilaterales superiores a 90dB de media
en las frecuencias de 0,5,1 y 2 kHz, que además presentan, en
campo libre con la utilización de audífonos, una discriminación
de la palabra inferior al 40% empleando listas abiertas de palabras,
así como en la hipoacusia neurosensorial grave de grado
2 (entre 71 y 90 dB) en un oído e hipoacusia profunda en el contralateral,
con mínimos beneficios de los audífonos.
4. Inicialmente se recomienda la realización de una tomografía
computarizada (TC) y complementarla con una resonancia
magnética (RM) en aquellos casos que presenten antecedentes
de otitis media crónica y meningitis, o cuando en la TC se evidencia
una malformación ótica o signos de obliteración coclear.
Son contraindicaciones para el implante coclear la agenesia
coclear bilateral, la agenesia de nervios cocleares con o sin
estenosis de conductos auditivos internos y patología retrococlear
o central. No son contraindicaciones las malformaciones
como las hipoplasias, cavidades comunes o compartimentaciones
incompletas de la cóclea, alteraciones del laberinto
posterior u obliteraciones de las escalas cocleares.
5. Los objetivos del estudio psicológico y psiquiátrico son
detectar contraindicaciones por enfermedades psiquiátricas
graves y evaluar la motivación del candidato y/o su entorno
familiar.
La indicación definitiva del implante coclear se centrará
en aquellos candidatos que reúnen los criterios audiométricos
(3), no presentan contraindicaciones anatómicas (4) y están
motivados para recibirlo (4).
6. Al preparar el proceso quirúrgico, el paciente debe ser
informado sobre el contenido del programa de implante
coclear y el pronóstico de su implantación.
7. El procedimiento quirúrgico se lleva a cabo bajo anestesia
general. Al proceder a la implantación de los componentes
internos del implante coclear, se seleccionará el tipo de guía de
electrodos de acuerdo con las particularidades anatómicas de
la cóclea del paciente.
8. Programación: al mes de la cirugía se activa el implante
coclear eligiendo una estrategia de estimulación y creando un
mapa auditivo para el paciente concreto. La telemetría neural
puede ser de gran ayuda.
9. En la etapa de rehabilitación y seguimiento, los pacientes
prelocutivos implantados han de recibir apoyo logopédico. La
metodología dependerá básicamente de la edad del paciente
en el momento en que se realizó la implantación. El apoyo médico
y técnico a la persona que ha recibido el implante debe mantenerse
de manera constante.
Bibliografía
MANRIQUE M, HUARTE A. Implantes cocleares. Barcelona: Masson, 2002.
MANRIQUE M, MORERA C.Tratamiento de la hipoacusia infantil. Libro blanco
sobre la hipoacusia. Detección precoz de la hipoacusia en recién
nacidos. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo, 2003.
MANRIQUE M, RAMOS A, LÓPEZ-VILLAREJO P, GARCIA-IBÁÑEZ L. Prótesis implantabas
en otocirugía. Ponencia Oficial de la SEORL, 2003.