Archivo diario: 24/05/2010

Laberintitis

El estado inflamatorio del contenido membranoso de la cápsula laberíntica
se denomina laberintitis. Esta inflamación, según los textos
clásicos, puede ser primaria, lo cual es raro, o ser una complicación del
infecciones que afectan al oído medio, a las meninges o a una enfermedad
sistémica. La inflamación del laberinto es bien conocida desde hace
más de dos siglos, pero es en la última mitad del siglo xix cuando se establecen
los distintos cuadros clínicos y se realizan estudios histopatológicos
de temporales de autopsias de enfermos que habían padecido
una laberintitis.

PUNTOS CLAVE

• Los gérmenes o sus toxinas pueden alcanzar el oído a través del

conducto auditivo interno (CAI), el acueducto coclear, la circulación

arterial laberíntica, la ventana redonda o las fístulas laberínticas.

• La inflamación del laberinto produce síntomas vestibulares y auditivos.

Los primeros son, por lo general, autolimitantes y con el

paso del tiempo no dejan síntomas. Los síntomas auditivos son

casi siempre permanentes y dejan una hipoacusia como secuela.

• La meningitis bacteriana es una causa frecuente de sordera y se

debe tratar con antibióticos de forma enérgica.

• El citomegalovirus y el virus de la rubéola son agentes que pueden

lesionar la cóclea y producir otras malformaciones en el período

prenatal.

• La sordera súbita idiopática se produce posiblemente por virus o

por una reacción autoinmune a los mismos. El tratamiento con

corticoides es eficaz en muchos casos.

• La hidropesía endolinfática tardía es probablemente una secuela

tardía de una neurolaberintitis.

• El virus del herpes zóster, que es una reactivación de un herpesvirus,

produce una afectación del VII y VIII pares.

• Hoy día la otitis luética no es frecuente, pero la debemos considerar

al establecer el diagnóstico diferencial con otros tipos de sordera

y manifestaciones vestibulares.

• En las laberintitis producidas por infecciones del oído medio, sobre

todo en las otitis agudas o subagudas, de niños y adultos y en las

fístulas laberínticas de diverso origen, pero especialmente colesteatomatoso,

no debe dudarse en establecer un tratamiento quirúrgico.

MASA CERVICAL

1. Las manifestaciones clínicas de una masa cervical son especialmente
relevantes. Datos como la velocidad de crecimiento,
las características inflamatorias, la presencia de infección por
VIH, que se relaciona con el desarrollo de adenopatías ¡nespecíficas,
sarcoma de Kaposi, linfomas o tuberculosis, la tuberculosis
propiamente, que puede dar lugar a adenopatías, abscesos
o dar imágenes compatibles con tumores de laringe,
faringe o cavidad oral, o los hábitos tóxicos que pueden favorecer
el desarrollo de tumores de cabeza y cuello, como el consumo
de alcohol o tabaco, son importantes.
Es necesario valorar la duración de los síntomas, la localización
y consistencia de la masa, la exposición a gatos o los
traumatismos previos.
2. Ante cualquier masa cervical es fundamental la exploración
mediante palpación, que debe realizarse desde atrás y con
ambas manos. Ante lesiones submaxilares, la exploración
bimanual por dentro de la boca y el cuello mejora sustancialmente
la capacidad diagnóstica. La endoscopia nasofaringolaríngea
es obligada, en especial si se sospecha una metástasis
cervical y se indaga el origen. La ecografía puede ser de utilidad
en lesiones anteriores y laterales, pero son la tomografía
computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) las pruebas
que ofrecen más informaciónjunto con la punción-aspiración
con aguja fina (PAAF). Los estudios de laboratorio en
busca de infección por VIH o por virus de Epstein-Barr o la
prueba de Mantoux (PPD) pueden ser de utilidad.
3. La edad del paciente puede orientar sobre el tipo de la
masa cervical. En niños suelen tratarse de adenopatías inespecíficas,
adenoflemones y ocasionalmente trastornos congénitos
(quistes tiroglosos, laterocervicales y angiomas o linfangiomas).
Los hemangiomas son los tumores benignos más frecuentes
en niños, pudiendo interferir con la respiración en un
3-5% de los casos. A pesar de su carácter benigno, se requerirá
una actitud más agresiva, en busca de patología tumoral, ante
adenopatías que se mantienen durante más de 6-8 semanas.
En pacientes de hasta 40 años, la masa suele ser benigna, destacando
entre los cuadros malignos los linfomas y las metástasis
de linfoepiteliomas de cavum. Se pueden presentar todo
tipo de enfermedades ganglionares, desde la enfermedad por
arañazo de gato a la mononucleosis infecciosa. Pasados los 40
años aumenta la incidencia de metástasis regionales de tumores
de cabeza y cuello o de metástasis a distancia de tumores
de otras localizaciones.
4. En el proceso diagnóstico es importante distinguir entre
lesiones inflamatorias (aparición reciente, dolorosas, con enrojecimiento
de la piel suprayacente) y lesiones no inflamatorias
(no dolorosas y crecimiento más lento, aunque con frecuencia
el paciente, cuando las descubre, cree que su aparición ha sido
brusca). Algunas lesiones pueden ser ocasionalmente inflamatorias
cuando se infectan (quistes cervicales) y dejan de serlo
para convertirse, en otro momento, en no inflamatorias.
5. La PAAF es una prueba fundamental en el proceso diagnóstico.
Debe evitarse si se sospecha una lesión vascular, como en
los quemodectomas carotídeos. Su rendimiento es bajo en los
neurinomas y linfomas, así como en una serie de cuadros adenopáticos
inflamatorios, que puede no distinguir de los linfomas.
Ocasionalmente su rendimiento puede no ser muy alto en
las adenitis tuberculosas.
6. La tentación de efectuar una biopsia abierta de un ganglio
debe evitarse, por cuanto abrir un cuello con metástasis de un
carcinoma complicará el tratamiento definitivo, comprometiendo
las incisiones que se han de realizar, al tiempo que
puede obligar a realizar radioterapia postoperatoria en un
paciente que no la necesitaría. Con todo, ante la sospecha de
un linfoma y tras una PAAF que descarta un carcinoma epidermoide
puede ser necesaria.

ODINOFAGIA

ODINOFAGIA
1. Para el diagnóstico diferencial de la odinofagia (dolor al tragar)
hay que establecer el tiempo de evolución (inferior o superior
a 2 semanas) y evaluar la presencia de traumatismo, cuerpo
extraño, fiebre, malestar, halitosis, rinorrea, tos, congestión, síntomas
de reflujo gastroesofágico, disfagia, disnea, estridor, disfonía
y factores de riesgo tumorales (tabaco, alcohol).
2. La observación de la orofaringe mostrará su estado: congestiva,
pultácea, membranosa, con úlceras, lesión unilateral, inflamación
de suelo de boca, abombamiento y desplazamiento del
paladar blando, dentición, mucosa seca, presencia de masa, etc.
La laringoscopia indirecta permite observar signos de
reflujo gastroesofágico (edema de aritenoides), tumor o cuerpo
extraño. Hay que evitarla si se sospecha epiglotitis (se asocia
con disnea y estridor).
La palpación cervical permitirá detectar adenopatías, que
en caso de ser móviles y dolorosas son indicativas de alteración
benigna, y si la adenopatía es pétrea y no dolorosa se sospechará
patología maligna.
La palpación de las glándulas salivales posibilita el diagnóstico
de sialadenitis.
La otoscopía descartará la existencia de otitis media aguda.
La exploración nasal es importante para detectar la necesidad
de respiración bucal y la consecuente sequedad faríngea.
3. El hemograma puede mostrar leucocitosis con neutrofilia,
habitual en la faringoamigdalitis bacteriana; la mononucleosis
infecciosa se presenta con linfocitosis y monocitosis con aumento
de las enzimas hepáticas.
Son importantes los análisis serológicos: de Paul-Bunnell
(mononucleosis infecciosa), sífilis, herpesvirus, etc.
4. La radiografía cervical anteroposterior y de perfil permitirá
la identificación de un cuerpo extraño radiopaco, epiglotitis o
abscesos retrofaríngeos.
La ecografía es útil en caso de inflamación de las glándulas
salivales o presencia de masas cervicales.
La tomografía computarizada (TC) cervical se realiza ante
la sospecha de absceso cervical (parafaríngeo o retrofaríngeo)
o patología maligna.
Debe efectuarse una biopsia si se sospecha malignidad.
La punción-aspiración con aguja fina (PAAF) es útil en caso
de adenopatías, masas cervicales o patología salival.
5. La faringoamigdalitis vírica precisa tratamiento sintomático.
6. En la faringoamigdalitis bacteriana se administra amoxicilina-
ácido clavulánico, clindamicina (si se sospechan anaerobios),
macrólidos (en casos de alergia) y tratamiento sintomático.
7. La difteria se trata con antitoxina diftérica y eritromicina,
20-25 mg/kg cada 12 h por vía intravenosa durante 7-14 días.
8. En la mononucleosis infecciosa el tratamiento es sintomático,
con reposo y antibioterapia para paliar la sobreinfección
(evitar el uso de betalactámicos, ya que ocasionan exantema
cutáneo). En caso de sintomatología y hepatosplenomegalia
graves se administrarán glucocorticoides.
9. En la sífilis se administra penicilina G benzatina (2,4 millones
de U por vía ¡ntramuscular,en una sola dosis),y en caso de alergia
a la penicilina se administra doxiciclina, tetraciclina o ceftriaxona.
En la gonococia el tratamiento se establece con ceftriaxona,
125 mg en dosis única por vía intravenosa y azitromicina o
doxiciclina.
10. En la angina de Vincent y en la angina de Ludwig el tratamiento
es intravenoso con penicilina G y metronidazol.
11. El absceso periamigdalino precisa drenaje y antibioticoterapia
con amoxicilina-ácido clavulánico, clindamicina o metronidazol.
A veces es necesario realizar una amigdalectomía diferida.
El absceso retrofaríngeo o parafaríngeo se trata con drenaje
por vía externa, antibioterapia por vía intravenosa con
cefalosporinas de tercera generación y tratamiento anaerobicida,
como clindamicina o metronidazol.
12. En la epiglotitis se administra cefuroxima, 50 mg/kg cada
8 h por vía intravenosa; cefotaxima, 50 mg/kg cada 8 h por vía
intravenosa, o ceftriaxona, 50 mg/kg cada 8 h por vía intravenosa.
13. En las micosis se administra fluconazol, 100-200 mg cada
24 h durante 5-14 días, y nistatina.
14. En caso de neuralgia se administra carbamazepina.
15. En la tiroiditis se administra ácido acetilsalicílico.
16. En la sialoadenitis se administra antibioterapia (amoxicilina-
ácido clavulánico) y sialogogos.
17. El tratamiento del reflujo gastroesofágico precisa la administración
de protectores gástricos, como el omeprazol.
Los traumatismos laríngeos pueden tratarse con glucocorticoides
e intubación, así como observación de la evolución del
cuadro.
18. Los tumores precisan estudio completo y exéresis.