La rinorrea o hipersecreción nasal constituye una de las manifestaciones
clínicas más frecuentes. Indica una producción
excesiva de seromucosidad y/o una alteración de la actividad
ciliar. Es expresión de una alteración de las vías respiratorias
superiores (fosas nasales y senos paranasales). Generalmente
se acompaña de obstrucción nasal (ocasionada tanto por la
congestión concomitante de la mucosa como por el espacio
que ocupan las mismas secreciones) y de cefaleas. Las modificaciones
de la mucosidad pueden afectar a su volumen, viscosidad
y contenido celular.
1. La historia clínica minuciosamente realizada es fundamental
para establecer una correcta orientación diagnóstica.
La rinoscopia anterior y posterior, pero fundamentalmente
la endoscopia rígida y/o flexible, ofrecen una información
objetiva que permitirá valorar, macroscópicamente, las características
cuantitativas y cualitativas de la secreción. En los
casos en que existan dudas y se imponga un exhaustivo diagnóstico
diferencial, o bien en los que se sospecha una complicación,
se debe realizar una tomografía computarizada (TC)
y/o una resonancia magnética (RM) de las fosas nasales y de
los senos paransales. El estudio ¡nmunológico, bioquímico y
citológico de las secreciones tiene sus indicaciones específicas.
2. Las modificaciones de la mucosidad pueden implicar a su
volumen, su viscosidad y su contenido celular. El análisis de la
rinorreas adolece de una falta de consenso tanto en su modo
de recogida como en su análisis. Solamente existe una clara
unanimidad en que la presencia de eosinófilos expresa inflamación,
alérgica o no. Un clasificación muy simple, pero útil en
la práctica clínica diaria, diferencia la secreción en mucosa,
mucopurulenta, mucohemática y serosa, según las características
cualitativas macroscópicas.
3. La rinorrea unilateral se presenta tanto en niños como en
adultos. Según las características, fundamentalmente cualitativas,
de la mucosidad se realizará un diagnóstico diferencial
entre cuerpos extraños, sinusitis unilaterales,
tumores benignos y malignos.
En los adultos, además de las patologías anteriores, se
deben incluir los rinolitos.
4. Aunque las fístulas de líquido cefalorraquídeo no sean rinorreas
propiamente dichas, hay que admitir que a menudo
deben ser consideradas en el diagnóstico diferencial. Cuando
aparezca una rinorrea acuosa unilateral (raramente bilateral),
que aumenta con las maniobras de Valsalva, habrá que realizar,
además de un completo estudio por imagen, un estudio de los
niveles de B2-transferrina (trazas beta), tanto en la secreción
nasal como en suero.
5. En las rinorreas bilaterales hay que incluir, a lo expuesto
anteriormente, si el paciente es un niño las adenoiditis,
y en el adulto excluir las fístulas de líquido cefalorraquídeo.
6. El tratamiento médico y/o quirúrgico de la adenoiditis se explicará en otros apartados.
El tratamiento de las fístulas de líquido cefalorraquídeo es quirúrgico, por vía
intranasal siempre que sea posible, o por vía externa.